La Península Ibérica está separada del norte de África en su punto más cercano por apenas una docena de millas marítimas. A lo largo de muchos siglos, la España medieval fue una frontera entre dos de las grandes religiones del mundo: el cristianismo y el islam. Era un lugar gobernado por reyes, califas, emperadores y emires. Iglesias y mezquitas se esparcían por toda la tierra; el islam estaba profundamente arraigado en la cultura y en la sociedad de la Península.
Durante mucho tiempo se produjeron encuentros cara a cara entre millones de cristianos y musulmanes. Los agricultores de diferentes religiones compartían los sistemas de irrigación que regaban sus tierras. En aquella época habría sido bastante corriente ver a personas de diferentes religiones comprar y vender bienes en los mercados locales. Y no nos olvidemos de los mercaderes itinerantes medievales: comerciantes cristianos, musulmanes y judíos que viajaban por Península, el norte de África y el Mediterráneo en general, compartiendo el lucrativo comercio de bienes preciosos.
Por otra parte, los grandes pensadores e intelectuales componían obras en árabe, hebreo y latín. Escribían y traducían libros de ciencia, filosofía y matemáticas. Los cristianos trabajaban con los judíos para producir las primeras traducciones latinas del Corán y quedaban fascinados con los libros de astronomía y física escritos por los eruditos islámicos.
A pesar de los muchos ejemplos de cooperación entre las religiones, también se producían no pocas contiendas. En la cúspide de la sociedad, los gobernantes rivalizaban y enfrentaban a sus tropas. El conflicto era algo inherente a la gestión de un reino y los invasores a menudo entraban y salían del territorio enemigo para tomar lo que podían. En esta frontera se enfrentaban los ejércitos, avanzando primero el islam por el territorio peninsular y luego retirándose gradualmente. Sin embargo, acontecía en muchas ocasiones que las tropas cristianas y las musulmanas se aliaban cuando les convenía para luchar juntas contra un enemigo común.
Este mundo distaba mucho de ser simple. Los gobernantes peninsulares medievales se esforzaban por mantener intactas sus sociedades, lo que suponía ante todo que las poblaciones cristiana, musulmana y judía desarrollaran su vida en concordia. El arte, la arquitectura y la cultura manuscrita de la España medieval son testimonio de este intrigante encuentro cultural entre las grandes religiones. Muchas de las impresionantes obras de arte y literatura que conservamos reflejan un mundo donde se mezclan diferentes culturas, creando un espacio único absolutamente fascinante y cautivador.
Christian Kusi-Obodum es uno de los editores de la Estoria de Espanna Digital. Su tesis doctoral exploró las narrativas de tradición islámica en las obras de Alfonso X de Castilla y León. Actualmente trabaja en la UCL.