En el capítulo titulado “Del imperio de Trajano ell emperador e luego de lo que contescio en el primero anno del su regnado”, los redactores alfonsíes de la Estoria de España siguen, según el apartado sobre fuentes de cada capítulo que aparece en la edición pidalina de 1955, sobre todo el famosísimo Speculum historiale de Vincent de Beauvais. El segmento que aparece en Transcribe Estoria es la primera parte del capítulo, dedicada a ilustrar algunos rasgos del carácter ejemplar de Trajano y de las enseñanzas que recibió de su maestro Plutarco, sobre todo mediante dos historias. Tenemos así en unas pocas líneas un verdadero espejo de príncipes.
Trajano, español “d’una villa de Estremadura que á nombre Pedraza”, fue “muy franque” (liberal, dadivoso, generoso) con sus amigos, bajó o eliminó los impuestos a las ciudades agobiadas por ellos (“soltar los pechos”), fue manso con los ciudadanos y recuperó el maltrecho “estado de Roma”. En cuanto a su poderío militar, la estoria cuenta que conquistó grandes tierras más allá del Rin, del Danubio, del Éufrates y del Tigris (aunque el manuscrito lee “Tibre”, un error por “Tigre”, pues “Tibre” era el nombre que recibía el Tíber y “Tigre” era el Tigris). Llegó por fin tan lejos como no había llegado “ningún sennor si no fue el grand Alexandre”.
En la primera historia que cuenta el capítulo, se muestran otras virtudes de Trajano: la compasión y la justicia. Una viuda se le pone delante cuando va a caballo, le coge de un pie y le exige justicia “d’unos omnes quel mataran su fijo a tuerto”. Cuando Trajano le promete atender pronto su petición, ella insiste para que lo haga de inmediato, pues “tú eres mi debdor”, y “enganno farás si me no dieres lo que me deves”. Cuando oye esto, a Trajano “moviósele el coraçón e ovo duelo de la bibda”, y hace lo que pide. Esta mujer tan decidida es una de entre las varias que encontramos en las dos estorias alfonsíes, la Estoria de España y la General Estoria, quejándose de un “tuerto” y exigiendo “derecho”, como hacen Ilia, la madre de Rómulo y Remo, al condenarla a muerte su tío, o Hipermestra, la única de las 50 hijas de Dánao que se niega a matar a su marido, cuando es castigada por ello.
Al igual que Alejandro Magno, que tiene a Aristóteles por ayo y maestro, Trajano tiene otro “grand philósopho”: Plutarco. En la historia sobre Plutarco que recoge el capítulo, se muestran dos virtudes del señor, del hombre poderoso, apreciadas como tales en la Edad Media pero más complejas de entender, quizá, en el mundo actual. Plutarco manda azotar a un siervo suyo “muy de rezio con unas riendas”. El siervo le reprocha que obre en contra de su filosofía y de lo que enseña, puesto que ha escrito mucho sobre “el mal que vien de la saña” y ahora, dice el siervo, “as dexado amenguar ell entendimiento de tu coraçon e aste todo buelto en sanna”. Pero Plutarco le responde: él no está “sannoso”, dominado por la ira. ¿Es que acaso se le ve iracundo en la cara, en la voz, en el color, en la palabra? No: “ni están bravos los mis ojos ni torvada la mi cara, ni dó vozes sin guisa ni tengo vermeja la color, ni espumo de la boca ni digo cosas de vergüenna ni de que me aya de repentir, ni estó tremiendo con sanna”. Lo que hace, defiende Plutarco (y a través de la historia, naturalmente, lo hacen Vincent de Beauvais y la Estoria de España), es castigar sin saña “la rebellía del siervo, por tal que muestres al malo repentirse del mal que fiziere”.
Efectivamente, la sanna como falta de mesura y de autocontrol es un rasgo negativo en el señor. En cambio, precisamente el señor, por su papel en la sociedad, debe castigar a los malos dando muestras de lo que a veces se llama ira regia. Como hace Plutarco y muestra a su discípulo Trajano. Y ya lo dice el texto bíblico, en la versión contenida en la General Estoria: “Mejor es ira que riso, ca por la tristeza de la cara se emienda e se castiga el coraçón del qui peca” (Tercera Parte).
La estoria, como casi siempre, presenta así no solo lo que sucedió o pudo suceder en un momento, en un lugar, sino sobre todo historias, personajes, modelos de comportamiento y modelos de sociedad que querían resonar mucho más allá de ese modesto “primer anno” del “regnado” de Trajano.
Belén Almeida
Biografía
Belén Almeida es profesora de Lengua española en la Universidad de Alcalá. Realizó su tesis doctoral sobre la Quinta Parte de la General Estoria de Alfonso X el Sabio. Ha investigado y publicado trabajos sobre la General Estoria, la traducción en la Edad Media y la lengua y la escritura en documentos manuscritos hasta el siglo XIX. Perfil en Academia y UAH.