En esta nueva entrada hemos querido hacer una aproximación a la antroponimia en la Estoria de España, particularmente en el fragmento 5 de Transcribe Estoria, dedicado al arzobispo de Toledo, llamado “Urbera”, de quien se cuenta que “levó a Asturias las sanctas reliquias e los libros e la sancta vestidura que Sancta Maria dio a sant Alfonsso”. Ya que en el blog contamos con un artículo dedicado a él, no nos extenderemos en el contenido de dicho fragmento.
En el ámbito de la onomástica, es llamativo este texto, pues se hace una detallada mención a numerosos personajes que ostentaron el cargo de obispo de Toledo, así como otros clérigos destacados en esta parte de la Estoria. Algunos, como Isidoro y Leandro, pasaron a la posteridad con el título de santos. En medio de esta profusa lista, destacan algunos nombres que pueden resultar extraños al lector actual, mientras que otros tan solo presentan alguna alteración respecto al uso fijado posteriormente. Como la fuente principal de este fragmento es la obra De rebus Hispaniae de Rodrigo Jiménez de Rada, es de suponer que los historiadores alfonsíes hicieran una adaptación desde el latín de la forma que les parecía más conveniente, sin olvidar aquellos usos que les podían resultar más familiares.
En la primera parte del capítulo se alude a Urbera. Dice el testimonio E1 que Urbera “fue Arçobispo de Toledo despues de Sinderedo”. Surgen dudas respecto a la forma del nombre, ya que lo más posible es que sea Urbán[1]. En consonancia con esta teoría, en la Crónica Mozárabe existe un eclesiástico llamado así, del que se ha especulado que fuera arzobispo (Gonzálvez Ruiz 2011: 79). El nombre, Urbán o Urbano, proviene del latín urbanus ‘de ciudad’, y ha tenido una larga tradición en la Iglesia al ser elegido por varios papas. El último, Urbano VIII, fallecido en 1644.
De origen visigodo es, sin duda, Gunderigo, obispo citado en la Estoria de España como posterior a Felices o Félix y anterior a Sinderedo: “Despues ffelizes. ¶ Desi Gunderigo. ¶ e empos este; Sinderedo”. Este eclesiástico toledano es llamado Gunderico por Enrique Flórez (1758), así como por otras obras historiográficas modernas. Además, este nombre fue llevado por un rey de los vándalos fallecido en Sevilla en 428[2]. La composición del antropónimo, por una parte, parece llevar la raíz gunthi ‘guerra’ que se aprecia en el nombre Gonzalo (lat. med. Gundisalvus, García Gallarín 1998: 173; Lapesa 1980: 121), pero también en el alemán Günther / Gunther[3]. A este primer elemento se une la voz germánica rik, ‘rico’ o ‘poderoso’ (Lapesa 1980: 121), presente en nombres de esta procedencia como Federico y Rodrigo, aparte de numerosos casos de reyes visigodos (Eurico, Amalarico, Witerico, etc.).
De Sinderedo, sabemos coexiste con la variante Sindredo aunque en fuentes actuales como la Real Academia de la Historia lo mantiene con Sinderedo[4]. Junto a Urbano, se menciona también a Evancio. Puede que este último nombre tenga relación directa con Evencio, recogido como un nombre latino, Euentius, de evenio, ‘suceder’ (García Gallarín 1998).
Poco conocido es igualmente el nombre Sisiberto, otro de los obispos metropolitanos de Toledo. En algunos historiadores, como Gregorio Mayans (1753), aparece como Sisberto[5]. Está compuesto con probabilidad de la raíz *sis / sisu ‘encantamiento’, relacionado con el alemán Zauber, que se ve en otros nombres germánicos como Sisebuto o Sisenando (García Gallarín 1998: 284); por otra parte, llevaría el étimo berth ‘brillante’, que ha formado antropónimos germanos como Alberto, Roberto o Rigoberto (op. cit).
Nos detenemos ahora ante dos nombres cuyo uso ha perdurado hasta nuestros días: Al(i)fonso y Esidro. El primero se refiere al santo patrón de la diócesis de Toledo, llamado hoy en día San Ildefonso. Según Lapesa (1980: 121), Hildefonsus, Adefonsus y Alfonsus tendrían como origen *hilds ‘lucha’, *all, ‘todo’ y *funs ‘preparado’, y confluyeron en Alfonso, aunque las variantes Ildefonso y Alonso no se han perdido y han tenido un camino independiente. Quizá por fidelidad a la tradición, se denomina al arzobispo toledano Ildefonso desde el siglo XIII, y así se puede ver en los Milagros de Berceo[6], algo que, no obstante, no se sigue en la Estoria de España.
En cuanto a Esidro, es equivalente a Isidro (ysidrio en el ms. C), variante habitual y conocida por todos[7]. Sin embargo, en la actualidad nos referimos a este personaje histórico en concreto, san Isidoro de Sevilla (556-636), con la forma más cercana al original Isidorus, y este del griego Isidoros, ‘don de la diosa Isis’ (García Gallarín 1998: 192). La forma Esidro se encuentra en abundantes ejemplos de textos medievales de la base CORDE y el corpus CODEA[8].
Asimismo, está alterada la forma de Quirigo, que en el manuscrito alfonsí aparece con la segunda oclusiva velar sonorizada como /g/, algo que no se ve en los escritos posteriores para mencionar al obispo metropolitano de Toledo Quirico. Este nombre, del latín Quiricus, es una posible variante de Ciriaco (García Gallarín 1998: 260), este a su vez relacionado con kyrios, ‘señor’ (op. cit. 114). En cuanto a Felices, nos encontramos con una forma arcaica de Félix, nombre que se le da a este arzobispo de Toledo. Al igual que Isidro o Alfonso, los autores alfonsíes emplean el nombre habitual en el castellano de su tiempo, pues Felices está documentado en numerosos textos medievales, tanto literarios como legales. En la toponimia ha dejado rastro también en localidades como San Felices (Soria).
Entre las variaciones de los nombres, hay casos de apócope, como el que encontramos en un obispo llamado Clemeynt, de quien se dice que “fuxo ante los Almohades a Talauera”. Esta es una variante del actual Clemente, nombre de origen latino, Clemens, ‘clemente, compasivo’. La forma despojada de la -e final, Clement, es muy habitual en los textos medievales peninsulares, tanto castellanos como de otras áreas[9].
Por último, hay que citar la curiosa referencia a un apodo en árabe dedicado a un hombre de la Iglesia: “fue en Seuilla el sancto Obispo Johan. omne de muj grand santidad e de buena uida. e santa. que era llamado de los Alaraues por su arauigo; Çaeyt almatran. e era muj sabio en la lengua arauiga”. El nombre Çaeyt parece ser el equivalente a señor, fórmula de respeto para el clérigo. Aunque es un caso excepcional, sí hay que apuntar la presencia del mundo árabe incluso en un texto en el que es tan importante la cultura visigótica.
En definitiva, un simple acercamiento a los nombres de pila de la diócesis toledana nos acerca a la inmensa herencia cultural de su ciudad. Los autores de la Estoria de España recopilaron un fragmento de la historia en el que se unen las tradiciones hispanorromana y visigótica, así como la indirecta presencia árabe. El origen de los nombres, como ser habitual, es una huella clara de este acervo cultural.
Delfina Vázquez Balonga
Referencias bibliográficas
García Gallarín, Consuelo (1998): Los nombres de pila españoles. Madrid: Ediciones del Prado.
Gonzálvez Ruiz, Ramón (2011): “El nacimiento del mundo mozárabe toledano (711-807). Un ensayo de historia comparada”, Mozárabes. Identidad y continuidad de su historia. Antigüedad Y Cristianismo (Murcia) XXVIII (2011), pp. 67-98.
Lapesa, Rafael (1980): Historia de la lengua española. Madrid: Gredos.
Benecke, Georg Friedrich, Wilhem Müller y Friedrich Zarncke (1854): Mittelhochdeutsches Wörterbuch. Mit Benutzung des Nachlasses von Georg Friedrich Benecke ausgearbeitet von Wilhelm Müller und Friedrich Zarncke. Leipzig: Verlag Hinkel.
Flórez, Enrique (1758): España Sagrada. Madrid: Oficina de Antonio Marín. Disponible en Biblioteca Digital de Castilla y León: https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.cmd?id=4756
Notas
[1] Agradezco el asesoramiento de Enrique Jerez y Ricardo Pichel.
[2] Rey de los vándalos hasdingos y silingos y alanos (Real Academia de la Historia: http://dbe.rah.es/biografias/11230/gunderico)
[3] Del alto alemán antiguo gund, ‘guerra’ (Benecke, Müller y Zarncke 1854).
[4] http://dbe.rah.es/biografias/13653/oppas
[5] Observaciones al concordato de 1753. Ayuntamiento de Oliva, 1985.
[6] “Diziénli Ildefonsso, dizlo la escriptura / pastor que a su grey dava buena pastura”, versos del milagro llamado “La casulla de San Ildefonso”. Gonzalo de Berceo, Milagros de Nuestra Señora (1246-1252). Edición de C. García Turza, 1992.
[7] San Isidro labrador, patrón de la villa de Madrid y de un gran número de localidades en España e Hispanoamérica, es el ejemplo más claro de la popularidad de esta variante vulgar del original latino.
[8] Por ejemplo, en un documento de la catedral de León emitido en 1286: “Esidro Gonzalez”. En CODEA, “Esidro Domínico Peláez”, Palencia, 1228 (CODEA 0245), entre otros. Los ejemplos se ven durante todo el siglo XIII.
[9] En el corpus CODEA, documento 0484 (Toledo, 1270), “monesterio sobredicho de Sant Clement”, entre otros.
Biografía
Delfina Vázquez Balonga es doctora en Lengua Española (2015). Actualmente es profesora ayudante doctora en la Universidad de Alcalá. Sus líneas de investigación son el léxico, la onomástica y la morfosintaxis en los documentos archivísticos de los siglos XVI al XIX. Ha publicado varios libros y artículos sobre la materia.